En los comentarios al post anterior, el estimado Señor Ardegas y quien esto escribe tuvieron un pequeño intercambio de ideas, propio de ese sector destinado a los comentarios y que tan bien hace para poner a prueba las ideas que uno a expuesto en su texto.
El breve intercambio fue el siguiente:
Ardegas: No todos los creyentes fanáticos son hipócritas por conveniencia. Hay quienes las exigencias y amenazas de la religión les perjudica. ¿Sino cómo se explica la creencia en el infierno de fuego o en la prohibición de la sensualidad?
Borgeano: No, seguro que no Ardegas, eso es cierto; pero no por esas razones que tu expones, despues de todo, creen en el infierno, pero ese es siempre para LOS OTROS; y en cuanto a la prohibicion de la sensualidad tampoco los afecta, ya que estas personas, generalmente, tienen amputados los afectos sensibles y la capacidad de amar a alguien, factores inprescindibles para desarrollar una sensualidad activa.
Ardegas: Esas generalizaciones que haces me parecen temerarias, por decir lo menos. Con semejantes prejuicios tu crítica a la religión se ve muy disminuida.
Si bien parece ser cierto el último punto expuesto por Ardegas permítanme aclarar mi punto de vista.
Para ser estrictamente lógico no hay modo de cumplir con lo determinado por tal o cual religión si no es de modo completo, es decir cumpliendo con los requisitos, creencias, actitudes, ritos y normas de esa religión en particular. O, para decirlo de otro modo y de manera terminante (aun con la peligrosa posibilidad de parecer aforístico):
No hay modo de ser religioso si no se es fanático.
¿Se puede cumplir en parte con lo indicado en las normas morales de ciertas religión y aún ser beneficiario de sus premios? ¿Es un "católico no practicante" un verdadero católico? ¿Se puede predicar el amor al prójimo y al mismo tiempo apoyar una guerra? ¿Se puede determinar una conducta moral a base de ciertas costumbres o dogmas y determinar que todos los demás están equivocados? De ésta última pregunta se deriva la más importante de todas: ¿Se puede sentir gozo (palabra cristiana por excelencia) al saberse heredero del Paraíso mientras que esas mismas reglas determinan que la mayor parte de la humanidad no tendrá acceso a él?
Sé que la mayor parte de éstas últimas preguntas son de una sencillez casi cándida, pero creo que allí radica su propia fuerza; es allí donde el problema de la contradicción moral inherente a toda religión está expuesto.
Aunque generalizo en el punto referente a la sensualidad, lo hago desde una visión moral y desde una actitud de coherencia lógica. Por supuesto que no creo que un creyente sea una persona incapacitada para el goce sensual, lo que sí creo que es que un fanático religioso sí lo está.
La misma ley para el Buey y el León es opresión.
William Blake
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